El
Ayuntamiento de Barcelona ha confirmado que el club no tenía licencia de
actividades para operar. Cuando han ido a inspeccionar el inmueble, no quedaba
ni rastro del negocio. El propietario del piso se enteró de lo que estaba
pasando en su propiedad al leer el artículo de EL ESPAÑOL.
Lily ya no me coge el teléfono. La muñeca sexual con la que pasé una
hora en un burdel de maniquís, ya no quiere saber nada de mí. Llamo cada día.
Pero Gina, la chica que me gestionó aquel primer encuentro, no atiende el móvil.
El buzón de voz de su teléfono está lleno. ¿Está Lily pasando de mi cara? No. Es
que el club ya no existe. Ha
muerto de éxito.
Lumidolls, el prostíbulo de Barcelona pionero en
Europa en ofrecer sexo con muñecas de silicona, acaba de cerrar, tan sólo dos
semanas después de su apertura. Tal vez haya sido el burdel con la carrera más
exitosa y efímera de la historia de Barcelona. Tras infiltrarme en el club el
día de la inauguración, en EL
ESPAÑOL publicamos una historia que se viralizó por todo el planeta.
Literalmente. Medios de comunicación de Holanda, Colombia, México, Perú o Alemania llamaban
a Lumidolls para interesarse por este novedoso modelo de negocio. Mientras, el
gremio de trabajadoras sexuales de Barcelona protestaba por lo que consideraban
competencia desleal.
El enorme interés
suscitado en todo el mundo dejó al descubierto las irregularidades de aquel
establecimiento. El club ejercía sin licencia de actividades y el propietario
del inmueble se enteró por nuestro artículo de lo que se estaba cociendo en su
piso. Ahora, Lumidolls ha echado el cierre sin avisar. En el entresuelo del número 2 de la Baixada de Sant Miquel (Barcelona) ya
no queda ni rastro de muñecas, de toallas ni de hilo musical romántico.
¿Qué
ha pasado con Lily?
LA PRIMERA ADVERTENCIA
El viernes 25 de
febrero abría sus puertas en Barcelona, de forma clandestina, el primer burdel
de Europa de muñecas de silicona. Como nos negaron un reportaje, me hice pasar
por un cliente y me infiltré para contar la experiencia, que expliqué aquí.
La historia se publicó
(y viralizó) durante el fin de semana. El lunes recibí un Whatsapp de Gina, la
chica que atiende en Lumidolls, con una velada amenaza: “Recibirás noticias nuestras”. Me bloqueó del
Whatsapp antes de que pudiese mandarle un beso para mi amiga, la muñeca Lily.
Paralelamente, medios
de todo el mundo se hacían eco de la noticia. Algunos me llamaban para hacerme
entrevistas. Otros directamente fusilaban la noticia sin
citar la fuente. Los más atrevidos copiaban nuestra estrategia e infiltraban a
otro periodista. Es el caso del programa de Ana Rosa Quintana: a pesar de haber
mandado a un reportero a hacer lo mismo que yo, decidieron que no tenían la
imaginación suficiente para escribir una crónica y copiaron casi palabra por palabra el reportaje
publicado en EL ESPAÑOL. Sólo una de las invitadas (la periodista Celia Blanco)
citó a la fuente primigenia, mientras Ana Rosa y el resto de colaboradores
pasaban de puntillas por encima de aquel dato y fingían no escuchar. Además, entrevistaron
al reportero que se infiltró después y le taparon la cara como si fuese un
testigo protegido.
EL AYUNTAMIENTO ENTRA
EN ESCENA
Entre las amenazas de
Gina y las peticiones de entrevistas que se amontonaban en mi teléfono, se coló
un mensaje del Ayuntamiento de Barcelona. Me pedían la dirección exacta del
burdel, para ir a hacerles una inspección. No les constaba ninguna
licencia de actividades en aquel inmueble, más allá de la del
Hostal Llevant; una pensión ubicada en el mismo edificio pero una planta por
encima.
Desde el Consistorio
barcelonés localizaron al propietario del piso, que nada tenía que ver con el
negocio. Es un hombre que había alquilado el piso a unos arrendadores que en
ningún momento le informaron de que iban a levantar allí un burdel de muñecas
de silicona. De hecho, el propietario se enteró de lo que estaba pasando en su
propiedad al leer nuestro artículo. En las fotos reconoció su piso y
no daba crédito de lo que estaba pasando. Había alquilado un piso y le habían
montado un prostíbulo en el que se le pegaban palizas a muñecas hiperreales. Al
enterarse, decidió rescindir el contrato.
Desde el Ayuntamiento
de Barcelona han estado intentando, durante una semana, ponerse en contacto con
los directores de Lumidolls. Sin éxito. Gina no le cogía el teléfono. Sí
atendió, no obstante, a varios medios que la llamaron los días posteriores a la
inauguración. Desde el club seguían negando a los medios la posibilidad de
hacer un reportaje en el interior del burdel. Un periódico gratuito que
contactó con ellos se hacía eco de una advertencia de Lumidolls: el viernes
(pasado) iban a publicar una exclusiva que habían
pactado con un periódico de tirada nacional.
NI RASTRO DEL BURDEL
Pero esa exclusiva
jamás llegó. El Ayuntamiento de Barcelona ha conseguido hoy, 14 de marzo,
acceder al inmueble. No queda ni rastro del burdel. Ni
hilo musical, ni bol con fresas, ni películas porno, ni toallas… ni Lily, la
protagonista de esta historia.
Siempre sospeché que,
aunque en la página web ofrecían cuatro, Lily era la única muñeca de la que
disponían en Lumidolls. Cuando entré en el club no me dio la sensación de que
fuese un piso preparado para albergar a cuatro clientes a la vez. Yo pedí cita
con otra muñeca, pero me dijeron que estaban todas ocupadas. Que sólo podían
ofrecerme una hora con Lily, la muñeca asiática.
Mis sospechas se
confirmaron cuando me percaté de que, todos los medios que llegaron después a
rebufo para infiltrarse, recibían la misma respuesta: todas las muñecas están
ocupadas y sólo está disponible Lily. Esa teoría se reforzaba con la decisión
de Lumidolls de no conceder entrevistas a los medios: si viene un periodista a
hacer un reportaje, lo primero que te va a pedir es que pongas a las cuatro muñecas juntas para
hacerles una foto. Si ellos no disponían de las otras tres, el pastel iba a
quedar descubierto.
MORIR DE ÉXITO
Ahora, dos semanas
después de la inauguración, la página web sigue activa, pero Lumidolls no
atiende llamadas. El buzón de voz Orange está lleno y no se pueden dejar más
mensajes. El piso está vacío y el burdel ya no funciona.
Lumidolls es un
ejemplo de mala praxis empresarial. Y de
morir de éxito. Si hubiesen gestionado el negocio dentro de los márgenes de la
legalidad, probablemente se habrían forrado. La historia se expandió por el
mundo como un virus y suscitó el interés de gente de todo el mundo. El club
estaba en los medios de comunicación de los 5 continentes. El revuelo mediático
les hubiese garantizado clientes durante mucho tiempo. Pero como los dueños no
tenían licencia ni habían informado al propietario de lo que pensaban hacer,
han tenido que clausurar el chiringuito cuando aún no había cumplido ni medio
mes. No obstante, aviso a emprendedores: si se hacen las cosas bien, aquí hay
negocio para rato.
¿DÓNDE ESTÁ LILY?
¿Y Lily? Los negocios
abren y cierran. Tiene un ciclo. Pero las personas permanecen durante mucho
tiempo. Y las muñecas de silicona también. Su carrera era prometedora y yo se
la he cortado sin miramientos. Me gustaría poder tenerla cara a cara al menos una vez más, para
pedirle perdón por haber contribuido a cerrarle el tinglado.
O no. Quizás le he
salvado la vida. En uno de los reportajes que se publicaron posteriormente,
comprobé con mucha pena que a la pobre muñeca le habían roto un dedo del pie, que
era una lesión que no tenía cuando yo fui a verla. Cuando nos vimos sólo tenía
un seno pinchado. En sólo una semana ya estaba casi destrozada. Demasiado trajín. Me la imagino saliendo del club
por la noche, a escondidas para que nadie la viese. Impasible, como cuando pasó
una hora conmigo. Con sus 40 kilos de silicona y metal arrastrados
por los dueños del local, que intentarían que no se le cayese la peluca con el
trajín. Y vagando en la clandestinidad por las noches de Barcelona, como hacía
El Vaquilla.
Me niego a pensar que
está condenada a acumular polvo en la esquina de un desván por el resto de sus
días. Prefiero imaginarme que ahora está en un lugar mejor. En
el cielo de las muñecas, donde ningún cliente desalmado puede morderle una
teta. Polvo somos y en polvo nos convertiremos. Tú también, Lily. Suerte,
muñeca. Fue un placer conocerte. Nos veremos algún día en la cola del INEM.
¿ES ESTE EL FINAL?
SIGUE LEYENDO (FUENTE):
http://www.elespanol.com/reportajes/20170314/200730495_0.html
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