El fotógrafo y periodista Scott Gardner fue enviado a cubrir un hallazgo que jamás habría imaginado: un sapo con una característica completamente inesperada. A simple vista, parecía no tener ojos, pero al abrir su boca, los órganos oculares estaban allí, ocultos en su interior.
El descubrimiento ocurrió en un jardín local, cuando Frank Eparvier encontró al anfibio. Inicialmente pensó que se trataba de un sapo sin ojos, pero al examinarlo más de cerca, se percató de la sorprendente realidad: los ojos estaban dentro de la boca del animal.
Cuando Scott Gardner llegó al lugar, quedó tan asombrado que inmediatamente preparó su cámara y capturó una fotografía que se volvería icónica. La imagen mostraba al sapo con la boca ligeramente abierta, revelando las estructuras oculares en su interior.
La fotografía fue publicada en The Hamilton Spectator en 1992 y rápidamente se convirtió en tendencia, recorriendo medios de todo el mundo. Su impacto fue tal que muchos dudaron de su autenticidad, sospechando que podría tratarse de un truco o una manipulación fotográfica.
Este sorprendente hallazgo sigue siendo uno de los ejemplos más impactantes de cómo la naturaleza puede desafiar nuestras expectativas y sorprender incluso a los observadores más experimentados.
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