Este sencillo experimento demuestra cómo el color de la ropa influye directamente en la cantidad de calor que absorbe bajo el sol.
En la parte superior, se colocaron camisetas de distintos colores expuestas a la luz solar. En la parte inferior, una cámara térmica registró la temperatura que alcanzaba cada una.
Los colores oscuros (negro, azul marino, rojo) absorben gran parte de la radiación solar, por lo que se calientan con mayor rapidez. En la imagen térmica aparecen en tonos rojos y amarillos intensos, señal de temperaturas elevadas.
Por el contrario, los colores claros (blanco, gris claro, verde pastel) reflejan la luz, retienen menos calor y se mantienen frescos. En la cámara térmica se ven en tonos azules y verdes, que corresponden a temperaturas más bajas.
El resultado es claro: vestir ropa clara en días calurosos ayuda a mantenerse fresco, confirmando científicamente lo que la experiencia cotidiana ya nos sugiere.
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